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26 de julio de 2014

¿Quién descubrió las artes rupestres de la época precolombina en Mona, Puerto Rico?


**Esta disputa entre puertorriqueños y británicos nos tienen confundidos. ¿Quién debe llevarse el mérito? Pueden compartir sus opiniones aquí en el blog en "Comentarios".**

La Mona que pocos conocen

    

     ISLA DE MONA –  Los farallones y las playas cristalinas no son los únicos que cuentan historias en esta isla. Tampoco su vibrante flora y fauna.
     Las cuevas de Isla de Mona han cautivado a miles de personas a través de los años. Los primeros en maravillarse fueron los indios taínos en la época precolombina. Luego, las cuevas fueron el motor de una importante industria minera que se extendió desde 1850 hasta 1924. Y más recientemente, estas formaciones naturales -que están dispersas por toda la isla y algunas se extienden por varios kilómetros- han sido objetivo de investigaciones locales e internacionales.
     Precisamente, una de estas investigaciones motivó la visita de El Nuevo Día a las cuevas de Mona; en concreto, el estudio de los arqueólogos británicos Alice Samson y Jago Cooper, quienes visitaron la isla como parte de su proyecto sobre cultura taína titulado “El corazón del Caribe”.
     Tras la visita de los británicos se desató una controversia entre algunos miembros de la comunidad científica boricua, quienes defendieron sus años de estudio en las cuevas y repudiaron el que los extranjeros supuestamente se adjudicaran nuevos descubrimientos de arte rupestre.

     Para el oficial de manejo de Mona, Miguel Antonio “Tony” Nieves, nunca existió tal controversia, pues todo se trató de un malentendido.
     “Yo recibí a Samson y Cooper, quienes me pidieron visitar las cuevas estudiadas por (el arqueólogo puertorriqueño) Ovidio (Dávila), pero también fueron a sitios que no han sido documentados”, dijo Nieves.
     Sobre los hallazgos preliminares de los británicos, Nieves comentó que estos documentaron nueva evidencia de lo que describieron como “minería precolombina”, así como de “intensas prácticas” artísticas y de rituales muy en el interior de las cuevas.
     Según constatamos durante la visita, estas prácticas tenían lugar a más de 100 metros de distancia de la entrada de las cuevas y en lugares de difícil acceso y sin luz natural.
Por Gerardo E. Alvarado León
Periódico: El Nuevo Día


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